“La música si no se conoce o no se entiende, no se disfruta.
Si no se disfruta, no produce placer,
por lo tanto no se renueva la necesidad de asistir a los conciertos.
Pero si no se asiste a los conciertos, ¿para qué ofrecerlos?
Y si no se ofrecen conciertos, ¿para qué existen los músicos profesionales?
¿para qué tocar? ¿para qué componer?
Está claro en qué punto hay que romper esta cadena, ¿no?