A diferencia de los aprendizajes semánticos en los que se puede llegar a memorizar un nombre o una fecha casi de forma instantánea, los procesos de memorización motriz, aquellos que necesitemos los músicos instrumentistas, son mucho más lentos, necesitan más tiempo y sobre todo, más repeticiones para poder grabarlos en la memoria a largo plazo, implícita y no asociativa.
Repetir es imprescindible ya que nos permite una mejora en nuestro aprendizaje instrumental, pero a la vez, no hay nada más tedioso para el cerebro que la repetición de una acción si sabe cuál va a ser el resultado de la misma. Estamos ante dos elementos dispares y antagónicos pero imprescindibles, que debemos conseguir que converjan si queremos avanzar a buen ritmo en nuestro proceso interpretativo.
Sabemos que repetir causa fatiga en nuestra atención y permite la aparición de los pensamientos víricos, esos que no tienen nada que ver con nuestro estudio diario y que asaltan nuestra mente en el momento menos indicado. Tan solo son una señal de que nuestro cerebro ha decidido prestar atención a otros elementos de nuestra vida y no a la actividad que estamos realizando. En ese mismo instante, el estudio ha dejado de tener sentido puesto que no estamos al 100% y es mejor parar, tomarse un descanso de unos minutos y después reiniciar la interpretación musical, lo que quizás nos permita alargar un poco más nuestro entrenamiento.
El valor de la repetición es uno de los elementos que puede dar calidad a la atención que nuestro cerebro pone en nuestro aprendizaje instrumental. Poco a poco deberíamos acercarnos a la llamada “atención plena” ya que sin ella no hay un buen aprendizaje. Pero para que ésta se pueda mantener en el tiempo, es necesario, o bien haberla desarrollado al igual que se hace con la musculatura, (yoga, meditación, mindfulness…) o bien conseguir que el cerebro sienta que está realizando propuestas diferentes en cada momento.
La primera opción la abordaremos más adelante en otra de nuestras máximas, dedicándonos ahora a la segunda opción, esa que debe estar basada en una repetición creativa, en constante modulación, diferente a la anterior, inesperada y divergente, y sobre todo explícita… una repetición que nos permita estar en el aquí y en el ahora de la manera más estable posible.
Son tres las herramientas que nos permiten modificar la génesis de las repeticiones: las adaptaciones curriculares al alza, la improvisación y los bancos de trabajo. Ya tenemos materiales para las tres próximas máximas educativas. Mientras tanto… sigamos analizando todo lo expuesto hasta el momento.
Antonio.